Con unas dinámicas de seguimiento ya estandarizadas en el mundo ‘offline’, la Farmacovigilancia se enfrenta al desafío de estructurar sus procesos en el entorno digital. En el marco del Experto en Farmacovigilancia Aplicada del Instituto de Formación Continua de la Universidad de Barcelona (IL3-UB), varios expertos del sector trataron los retos y oportunidades de los Social Media en esta actividad de las empresas del sector farmacéutico.
Como es habitual en asuntos de salud pública, la dinámica social obliga nuevamente al sector farmacéutico, y en particular a los profesionales de la farmacovigilancia, a avanzar. Las redes sociales se consolidan como un canal de comunicación e información habitual en la sociedad inaugurando un nuevo espacio crítico para esta disciplina.
En los medios de comunicación social, los usuarios informan sobre fármacos, patologías o tratamientos. Pero, en muchas ocasiones, la calidad de la información queda lejos de lo que requiere la industria farmacéutica (mensajes creativos, información de poca calidad, intención de crear polémica, fuente desconocida…). ¿Qué deben hacer empresas y profesionales del sector? ¿Cuál es el protocolo a lanzar en el caso del medio digital? ¿Es posible reconocer los límites entre la oportunidad y el riesgo de este nuevo canal?
Las empresas del sector ya usan las redes sociales con finalidades comerciales, de fidelización o incluso se pueden plantear su uso para captar pacientes para ensayos clínicos. Sin embargo, sus implicaciones para la Farmacovigilancia siguen siendo algo incipiente en el sector. Irene Rebollo, EU-QPPV, Head of Medical Safety Barcelona de Laboratorios Alcon y directora del programa “Experto en Farmacovigilancia Aplicada” del Instituto de Formación Continua de la Universidad de Barcelona, IL3-UB, recuerda que en la actualidad existe la obligación de procesar información sobre las posibles reacciones adversas que se comunican en la red y de las que los laboratorios tienen conocimiento así como de monitorizar aquellas iniciativas patrocinadas por los laboratorios. Sin embargo, no existe la metodología adecuada para discriminar la información válida de aquella información que es puramente ruido y cuyo proceso en las bases de datos sería incluso contraproducente por su potencial para ocultar en lugar de ayudar a generar señales para el mejor uso del producto y la protección del paciente.
Así lo confirma Teresa Cuchi, directora de Actiomed: “En cuanto a las redes sociales o la web en general, no hay una exigencia legal explícita de screening. Sólo para aquellas páginas en las que compañías farmacéuticas participen activamente o patrocinen existe una obligación de mantener una revisión regular. Sin embargo, no se especifica la frecuencia de revisión”. No está tampoco definido el método más idóneo para el seguimiento de los casos de reacciones adversas. “Según el Módulo VI debería hacerse un seguimiento posterior para comprobar la veracidad de la información y obtener los mínimos pero lamentablemente no siempre es posible contrastar la información. Debe tenerse en cuenta, además, la Ley de Protección de Datos personales”, comenta la experta.
Según Cuchi, ante una comunicación a través de las redes sociales en relación a una reacción adversa o al uso inadecuado de un medicamento, en el 99% de las ocasiones es posible identificar un paciente individual, en un 11% se puede saber quién reporta el caso, y en un 1% se obtienen detalles sobre la reacción adversa. ¿Puede el sector farmacéutico ignorar esta vía de información y permanecer a la espera plantee un marco legal al respecto?
El debate sobre si es posible aprovechar los medios sociales para potenciar la farmacovigilancia está sobre la mesa, y muchas firmas y profesionales del sector ya están indagando sobre las vías para normalizar también el ámbito digital. Los retos no son menores, como por ejemplo, integrar capacidades de Big Data en las arquitecturas tecnológicas de las compañías para automatizar sistematizar la búsqueda. “Nadie en las redes sociales utiliza los términos MedDRA y la poca precisión de los mensajes dificulta la misión”, recuerda Cuchi. De la misma manera, los beneficios pueden ser significativos. “Las redes sociales sacan a relucir reacciones adversas y usos que a veces los pacientes no se atreven o no pueden a comunicar a los profesionales de la salud y ese es un potencial que debemos aprovechar”, destaca.
Los players del sector son conscientes de estas oportunidades, y en línea con la marcada vocación de autorregulación que le caracteriza, ya están pasando “desde una farmacovigilancia reactiva hacia un papel más proactivo”, según explica Marta Martínez, técnico senior Seguridad Producto en Alcon Laboratories. Tal y como detalla la experta, entre las iniciativas que las compañías farmacéuticas comienzan a impulsar, y que recomienda como punto de partida para prepararse ante un futuro “escenario online regulado”, está el establecer sistemas para controlar el contenido de las plataformas digitales gestionadas por la compañía, detallando procesos y responsabilidades
Contar con un repositorio interno de todos los programas que se realicen en las redes sociales e internet, esto es, todas las iniciativas en medios sociales impulsados por la compañía, es otra de las recomendaciones. Sumado a ello, estructurar un Social Media Listening Program, un sistema para rastrear las redes sociales con el objetivo de mantener máximo control en relación a todo lo que tenga que ver con aspectos relacionados con la farmacovigilancia, ya se está demostrando como una iniciativa positiva y gestionable en muchas empresas del sector.
Tal y como explica Martínez, la clave para adentrarse en la farmacovigilancia del entorno online está en aplicar el mismo rigor que para el sistema offline “ya consolidado y que ha demostrado sus excelentes resultados. Junto a ello, el estructurar equipos multidisciplinares de trabajo, implicando a marketing, comunicación, el departamento legal y el departamento médico, garantiza un correcto seguimiento de las posibles alertas y un control sobre las plataformas digitales de la compañía. Por último, es crítico también ahondar en las particularidades del canal: “establecer un proceso de gestión de datos efectivo para eliminar duplicados, indagar sobre posibilidades analíticas, o tener claro que la “First Receipt Date” de una alerta online son cuestiones que no debemos pasar por alto”, señala.
Los datos y reflexiones recogidos en este artículo son resultado de la mesa redonda que contó con la participación de Irene Rebollo, EU-QPPV y Head of Medical Safety Barcelona. Laboratorios Alcon, Teresa Cuchi, directora de Actiomed, y Marta Martínez, técnico senior Seguridad Producto en Alcon Laboratories, con donde asistieron medio centenar de profesionales de la farmacovigilancia, en el marco del curso “Experto en Farmacovigilancia aplicada”.