El año 2020 es un punto de inflexión en el desarrollo de la actividad económica basada en la economía sostenible. Esta afirmación se refuerza en la situación actual marcada inevitablemente por las consecuencias a nivel mundial de la pandemia del COVID-19, es posible que los planes de sostenibilidad diseñados por los principales organismos internacionales se vean modificados, pero sin duda desde el punto de vista de la constatación de la clara necesidad de un cambio de 180º por lo que a las relaciones económicas internacionales se refiere.
Si antes de la crisis COVID, los compromisos de sostenibilidad ya habían adquirido relevancia en la agenda política y de las grandes empresas, podemos afirmar sin duda que lejos de ser una moda, ha venido para quedarse. Muestra de ello es que por primera vez una Vicepresidencia del Gobierno trabajará por acelerar los objetivos de transición ecológica, o el hecho de tener un Vicepresidente que trabaje para hacer cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo sostenible.
La sostenibilidad no será un elemento más en las compañías, la sostenibilidad será la brújula de las empresas que quieran seguir operando. El consumidor ha cambiado y nos exige cada día, y darles lo que quieren no es fácil.
La transición hacia la plena circularidad, el reto climático, agricultura regenerativa, bienestar animal, transparencia, etiquetado sostenible, acceso a materias primas renovables, y sobre todo la acción social, el estar cerca de los que lo necesitan van a ser ingredientes claves para construir empresas y marcas con un verdadero propósito.
Según un artículo publicado por AECOC Innovation Hub, 2020 es el año de los negocios sostenibles. La sostenibilidad va más allá del reciclaje y el comercio justo, importantísimos sin duda, pero necesitan de un ecosistema en el que todas las partes de la cadena de producción y comercialización desde los negocios más pequeños a las grandes multinacionales estén presentes.
La economía circular y la tecnología como facilitadora de los procesos sostenibles, son dos elementos clave en la transversalidad del proyecto. La economía circular debe velar por el buen uso de los materiales, es la responsable no solo del reciclaje sino del reúso de aquellos componentes que se reciclan para incorporarlos de nuevo en la cadena de producción. Muchas de las grandes multinacionales cuya actividad forma parte del Mass Market, como Nestlé o Danone por ejemplo, se han tomado este reto como una obligación desde hace ya unos años.
La tecnología debe contemplarse como una herramienta capaz de optimizar todos los puntos débiles en el enlace de las sucesivas etapas de los procesos de producción y comercialización para reducir residuos, transportes, horas de trabajo, etc. más allá de lo imprescindible.
Estos esfuerzos vienen reflejados en El Pacto Verde Europeo en el que las principales líneas de acción se plasman en estos dos puntos:
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